Para mi que la novela negra negra se ha convertido en la evolución natural del cuento, del cuento romántico al cuento postmoderno. Los ingredientes siguen siendo los mismos, pero en vez de héroes tenemos antihéroes, porque es lo que nuestra sociedad pide... de hecho el príncipe azul de Blancanieves en nuestro mundo no se comería un colín, salvo que se dejase barba de tres días y se despeinase con esmero cada mañana.
El Wallander de Mankell o el Charlie Parker de Connolly tienen una secreta conexión con nuestra forma de entender el mundo. Somos, ellos y nosotros, hijos del mismo tiempo y tenemos el anhelo de una justicia poco convencial y poco efectiva, una justicia que no redime al justiciero y mucho menos al ajusticiado que en algunos casos termina tan descuartizado como sus víctimas, porque aunque creemos en el hombre no le damos toda la esperanza.
Por eso, no es de extrañar que en novelas como El Ángel Negro o El hombre inquieto traten el perdón y la revisión de la vida de una forma tan nítida y crucial para la trama. Al final, tanto postmoderno suelto nos hará bien.
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